Desde pequeños, a nivel cultural, social, educativo, familiar, etc., nos enseñan a pensar, analizar, describir, verbalizar, y hacer juicios de todo. Sin embargo, pocas veces o quizá nunca nos preguntaron cómo nos sentíamos o nos invitaron a ver el sentir como la gran fuente de información.
Además, si expresábamos algo desde el sentir, nos decían "No llores por eso", "Ven, hagamos otra cosa", "Eso no vale la pena", una y otra vez invalidando el sentimiento. Esto se fue haciendo tan repetitivo que fuimos generando una cantidad de creencias alrededor del sentir como sinónimo de debilidad y desventaja ante los demás. Crecimos llenándonos de argumentos para defendernos, protegiéndonos de lo que no nos atacaba, con una necesidad de enfocarnos no en lo que nos hacía diferentes o “especiales”, sino en lo que teníamos en común.
¿Será acaso que aprendimos más a sobrevivir que a vivir? ¿Más a pensar que a sentir?
Sin darnos cuenta, el querer reprimir esas emociones nos hacía ponerles más y más atención para que no salieran a flote, para que no las notaran los demás y no las notáramos nosotros mismos, creando así una coraza cada vez más fuerte para una supuesta mayor protección.
Esa coraza esta formada por una cantidad de expresiones que generalmente están precedidas por YO SOY…
Esos “yo soy” se convierten en una carga en nuestra vida, pues crean una identidad que empieza a ser reconocida por nosotros y por los demás. Nos aferramos cada vez más a ella por complejo o pesado que esto sea. Como empieza a “formar parte de nosotros”, no notamos el esfuerzo que hacemos por mantenerla, mostrarla y maquillarla para aparentar que es la mejor, que así somos y seguiremos siendo.
Sin embargo, con los Tres Principios nos damos cuenta que nosotros mismos creamos esa identidad, que la fortalecemos y la cultivamos todos los días de nuestra vida y que sólo nosotros podemos hacer algo al respecto. Por eso sale de mi esta frase que repito constantemente:
“Cuando te identificas con lo creado, te limitas; cuando te identificas como creador, te expandes”.
Y entonces, ¿de qué manera puedo hacer algo al respecto, si llevo tantos años entrenándome y obrando en automático, como si esas fueran todas mis posibilidades? Precisamente con la posibilidad de observar conscientemente tu SENTIR.
Pareciera un gran esfuerzo, sin embargo, el gran esfuerzo lo venimos haciendo toda la vida al evitar sentir. Estamos diseñados para sentir y para ser informados desde ese sentir. Acá se trata más de desaprender y volver a lo natural, a nuestro diseño original y puro, donde aflora en nosotros una intuición perfecta, una posibilidad que emerge más allá de nosotros mismos y de nuestra individualidad.
Cuando empezamos a descubrir esto, brota la confianza, nos vemos soltando el control y permitiendo que la vida fluya a través de nosotros sin nuestra interferencia.
Los 3 Principios nos invitan a ser conscientes de ese sentir, de cómo se manifiesta en nuestro cuerpo la sabiduría para informarnos qué es o no coherente con el momento y nuestra claridad del momento.
Para hacerlo más claro, quiero invitarte a notar como se manifiestan en ti las emociones, por ejemplo, cuando sientes enojo puedes sentir un nudo en la garganta, molestia en el estómago, tensión en los hombros o mil cosas más. A todos se nos manifiesta de alguna forma particular. Trata de identificar tu sensación con cada emoción. Eso que sientes en el cuerpo es una alarma de tu sabiduría informando si vas por el camino que quieres o no.
Estamos acostumbrados a obrar de acuerdo con nuestras emociones, y como toda emoción viene de un pensamiento, si logras sentir la emoción y parar antes de obrar en consecuencia, lograrás notar que, aunque tu emoción es real, está siendo generada por un pensamiento que es opcional y temporal.
Esto es magia pura, esto te abre a todas las posibilidades, a verte más allá del automático en el que vienes respondiendo a la vida, te permite dar un paso atrás antes de actuar, te permite responder al presente de una manera libre y fresca.
Si nos atrevemos cada vez más a notar nuestro sentir, estamos apagando el automático que hemos “educado” por tantos años y estamos respondiendo conscientemente al momento presente, con lo que pide ese momento.
Los Tres Principios nos invitan pues a volver a nosotros, a nuestro sentir, a darnos cuenta de dónde viene ese sentir: PENSAMIENTO, a ser conscientes de que somos los creadores y todo lo que hagamos tiene efecto en nosotros mismos: CONSCIENCIA, y a sentirnos parte de la fuente y la energía creadora, dispuesta para nosotros en todo momento y lugar para abrazarnos en amor: MENTE UNIVERSAL
Laura Mesa
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